Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

sábado, 11 de diciembre de 2010

Días de amargura... 11 de diciembre de 2007...


Días de amargura son estos primeros compases del mes de diciembre. Ya lo dejé escrito en este blog, justo cuando el calendario de las fatalidades se posaba sobre el día uno. Hoy es el tercero de esos fatídicos días. El cuatro, el ocho y el once... todos en el mismo mes de diciembre. No los quiero, ni en una primitiva...

Papi, hace ya hoy tres años que nos dejaste. Ricardo Abuín. Mi Abuelo. Tu cuerpo ya cansado dijo basta. Tu risa y tu voz dijeron, hasta aquí. Antes de marcharte, solo días antes nos dejaste una de las tuyas. Se acercaba el puente de la Inmaculada y se te apeteció, como otras muchas veces, un poco de gazpacho del que con tanto cariño te hacía mi madre y te llevaba a San Juan de Dios para que disfrutaras de "tus momentos". Yo no se que pasó ese día, pero te pusiste "hasta las trancas de gazpacho"... en el más estricto sentido de la frase. Cuando llegamos a tu habitación, nos encontramos a una persona mitad gazpacho mitad ser humano, jajajaja... cuanto pudimos reír esa tarde tu hija Queti y este que te escribe.

Habías querido beberte el gazpacho con tantas ganas y con tantas ansias, con las mismas con la que viviste tu vida, que te lo habías echado prácticamente todo encima. Aquel pijama amarillo y esa sonrisa son de las cosas que más me acuerdo al llegar estas terribles fechas de diciembre, en las que se supone que todo es felicidad y bienestar... mentira Papi, todo es mentira... tu me decías... "batatas, puras batatas"... las "batatas" del abuelo. Al menos nos dejaste ese recuerdo, como muchos otros, pero este significa mucho para mi. Al menos sonrío cuando llega el día once de diciembre, y eso en los días en los que estamos, es cuanto menos de agradecer. Siempre hay que dar una de cal y una de arena., porque si no la vida sería insostenible. Y tu dejaste muchas de cal, y algunas de arena... y de todas es bueno acordarse.

Muchos recuerdos arremeten contra las paredes de mis sentidos y hacen estallar mis recuerdos. Mi memoría me recupera entonces, momentos que muchas veces creemos perdidos, pero que ahí están. Imborrables gracias a Dios. Y no se porque extraña razón, cuando llegan los días señalados con lazo de negro luto, en el calendario de nuestras vidas, mas florecen y se hacen a veces eternos. Segundos que duran medias vidas. Medias vidas que se apagan en un segundo.

Hoy recordé los paseos de tu mano por el Campo del Príncipe. Hoy recordé y pude palpar en el aire el olor de las saladillas recién horneadas. Hoy te vi frente al Señor de los Favores rezar una vez más. Hoy me acordé de tu caída, jugando de pilón en pilón de la mano de tu "Paquillo"... nadie ha vuelto a llamarme así, porque no me da la gana. Ni Paco, ni "Paquito", ni "Paquillo"... no, eso era solo privilegio tuyo y como tal ha de quedar. Esa caída que te costo una operación en el hombro y que bien que me recordabas cada vez que nos veíamos, cuando me pedías que te ayudara a ponerte la chaqueta o que te acercase el bastón. Uno de los muchos que tenías, y de los que me hubiese gustado mucho llegar a poseer siquiera uno de ellos. Pero que más da. Yo fui muchas veces tu bastón, y con eso me sobra y me basta...

Hoy te volví a echar de menos. No lo puedo remediar... pero no hoy por ser ese fatídico 11 de diciembre, apenas un par de días antes de tu cumpleaños. No solo hoy. Te he vuelto a recordar porque te llevo dentro de mi. Escucho tu voz aún en las sombras de las noches. Te veo dormido en tu butacón, el mismo que ahora tengo en mi casa y en donde paso interminables horas de lectura, al ordenador y/o veo la tele, como lo hacías tú, además de que muy de vez en cuando me doy un "cabezazo" para disipar el sueño que acumulamos entre semana.

"Papi", te quiero tela, siempre te he querido. Y hoy me acuerdo de ti. Ya sabes que yo no soy muy amigo de fotos, pero guardo una con muchísimo cariño. Estáis en ella dos personas muy importantes para mi. Tu y mi abuela Adoración y el momento es cuanto menos mágico... vosotros, los dos, juntos, mis "padrinos", observando como el capellán de la Virgen de las Angustias se regodea echándome ese agua bendita que te marca un camino, el que yo intento seguir, pese a mis errores y las dificultades de esta vida, cuanto menos difícil y complicada, pero muy bonita a la vez... ya sabes, una de cal y una de arena...

Aquí la dejo, por lo mucho que significa para mi esta foto, y porque me da la real gana. Este no es mi blog, si no el vuestro. El de mis seres queridos... los que le dieron sentido a mis pasos, y que hasta hoy, nunca me han llevado a mal puerto... ojalá que siempre sea así.

Un beso, Papi... se te echa mucho de menos.... tu nieto, Francisco Abuín... "el paco, el paquito, el paquillo"... porque tu así lo quisiste, y nadie más...

Te quiero.

Silencios...

Silencios... Me gustan tus silencios. Que digo me gustan, ¡¡me encantan!!...

Esos silencios que atesoras y repartes de forma generosa. Esos silencios capaz de hacernos reventar el pecho y que nos invitan a contener la respiración hasta que ya no queda oxigeno en nuestros pulmones. Tus silencios son muchos, de muchas maneras y formas. Tus calladas respuestas, nos hacen a veces estallar de emociones normalmente encerradas en lo más hondo de nuestras almas. En otras ocasiones, nuestro lagrimar se resquebraja y se vacía de humedades saladas que recorren nuestras mejillas. Tus silencios hacen saltar a las piedras y rasgan el velo del templo por la mitad a diario. Tu callada respuesta por la que te tildan de loco, no hace más que fortalecer tu gloriosa presencia humilde, descarnada y valiente. Ante palabras necias, oídos sordos. Ante injusticias de la tierra, el poder soberano de los cielos. Ante la gente que expectante espera tus silencios, pues silencios y más silencios. Ante el trono ruín de Herodes, el mayor de los silencios y el más bendito... y ante esta tremenda chicotá... silencio y chapó... silencio blanco...

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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