Los que se meten bajo la oscuridad del faldon

domingo, 25 de julio de 2010

Salud del Alma Mía, Madre del Redentor...

Hace días que no te escribo nada. Hace días que no te digo nada por este, mi blog. Hace días que aunque estés permanentemente en mis recuerdos, en mis pensamientos y en mi vida diaria, no te dedico unas palabras por aquí, Madre Mía... y mira Tu por donde, esta noche tengo ganas de decirte cuatro cosas...


Cuatro, como fueron tus lágrimas hasta hace pocos años. Cuatro que yo sequé en tardes y noches de gloria bajo el peso de mis pecados y de tu aflicción. Y cuatro las que yo sequé en tu cara después de algunos via-crucis pasados por agua con la levedad del que piensa que con tan solo rozarte la cara, rozaba la gloria infinita y bella en la que tu navegas cada noche en mi corazón. Ahora son cinco lágrimas las que recorren tu precioso rostro de Madre Salesiana. Quizás esa quinta lágrima sea la que tantas y tantas veces vertieron mis ojos al postrarme bajo tus plantas, donde se debe de postrar todo aquel que te respete y te ame. Te admire y te lleve siempre en el corazón.... quizás esa quinta lágrima sea mía... eso lo sabré cuando Tu me lo cuentes en persona...


Cuatro como siempre fuimos los que igualamos por fila bajo aquellas trabajaderas, que no serán ni mejores ni peores que las que ahora te pondrán al cambiar a costal. Cuatro, hasta ahora y desde siempre, Costero izquierdo, corriente siempre a mi vera, compañero y hermano de la corriente derecha y ese costero derecho valiente y aguantando el compás... trabajaderas que como ya te digo no serán ni mejores ni peores que las actuales... pero estoy seguro que no serán nunca más buenas. ..


Cuatro, como los cuatro últimos años mandando bajo tu paso, hasta llegar lo que tenía que llegar. Las cosas pasan simplemente porque tiene que pasar. Siempre he sido de esa opinión. Perdón desde este blog, al que no le gustase esas formas, y gracias a los que se que si lo hizo y les hicieron disfrutar al grito de "oído...se va la salud"... siempre mis ojos fueron los tuyos en aquella bendita oscuridad que inundaba cada jueves santo ese bendito faldón mariano y salesiano de azul terciopelo. Los tuyos y los de mis treinta y un hermanos que me acompañaron en cada pasito que dimos para estar siempre más cerca de Ti...


Cuatro como son los Ángeles que guardan las esquinitas de mi cama. Esos que guardan mis sueños de almohada templada y caliente en noches frías de invierno, y que me desvelan en cada madrugá de calor de los meses estivales de esta Granada soporífera que no tiene nunca un punto intermedio. Aquí o te asas de calor, o te hielas de frío... en todos los sentidos posibles e imaginables, y en los que no también...


Cuatro como los Jinetes del Apocalipsis que aparecen en el capítulo sexto del libro que les da un nombre. Cuatro, que están presentes a diario en nuestro mundo y nadie les echa cuentas... Victoria con su caballo blanco, Guerra montando su rojo corcel, Hambre cabalgando sobre su negro caballo y Muerte, amarillo equino maldito... los cuatro conviven con nosotros, y como dijo el poeta gaditano, la muerte vive en la calle de al lado, es testigo de la sangre roja dolor y esqueleto, la muerte siempre compra en el supermercado vino y rosas para merendar, yo desnudo la saludo y le guardo un respeto..., y como centinelas nos pintan en nuestras paredes una fecha que nunca logramos ver ni descifrar. Pero sabemos que está ahí, siempre, al acecho...

Cuatro con son los puntos cardinales, Este, Oeste, Norte y Sur.... este por donde sale el sol y gracias a Dios lo sigo viendo todos los días, el Oeste al que espero en cada eterno atardecer de esta bendita ciudad que me vio nacer, Norte donde siempre se podrá acudir a pedirte referencias para nunca perderlo y el Sur... bendito Sur que me da la vida y calienta mi piel y mi alma... cuatro puntos cardinales que nos sitúan en este mapa al libre albedrío de quien parece dejar piezas sueltas para que nosotros mismos las encajemos... como bien queramos, podamos o nos dejen...


Cuatro como somos los que habitamos a día de hoy este hogar, en el que te nombramos hace ya tanto tiempo Reina de la Casa, que tan solo recordarlo hace que mi piel, aquella que se erizó por primera vez al ver tu carita un día al salir del colegio porque sabía que acababas de llegar, lo haga otra vez más...

Cuatro y mira que no me gustan para nada los números pares. Cuatro, siempre por lo visto han sido cuatro... así que solo quiero hoy decirte cuatro cositas. Que te quiero. Que te añoro. Que te amo profundamente. Y que sabes que nada soy sin Ti. Madre mía de la Salud, o Salud del alma mía... Madre del Redentor... sabes que ando a la deriva, y parece que con el pie cambiado. No te preocupes que estoy bien, siempre que Tu lo estés por mi...

Madre, ahí te dejo, en manos de quienes te gobiernan... yo te seguiré viendo desde la acera, porque este sentimiento de profundo desarraigo se acentúa cada vez más en mi corazón y no me permite muchas veces pensar con claridad. Iré a verte siempre que pueda, Tu casa siempre ha sido mi casa... y además de verte a ti, veré a Tu hijo humillado, vilipendiado, maltratado, escarnecido y muerto en la Cruz por tanta gente como yo...

"salus et anima nostra... redemptoris mater"
salud del alma mía... madre del redentor de los hombres
siempre en mi corazón... siempre...

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Foto cedida por Victor Ovies, de su web www.granadaphoto.com

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